El domingo 24 de septiembre, las comunidades de Málaga, Fuengirola y Gibraltar pudieron participar de un Servicio Divino en común. Para ese día, el Dirigente del Distrito Sur tomó como base las siguientes palabras de Jesús: «Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal perdiere su sabor, ¿con qué será salada?» (Mateo 5:13).

El mensaje se centró en la responsabilidad sagrada que todos los discípulos de Dios comparten: ser «la sal de la tierra». Esta responsabilidad no recae únicamente en los ministerios, sino en cada uno de los fieles. Esto es mantener su promesa y recordar la venida del Señor, a pesar de las distracciones del mundo. Sin la palabra de Dios, estaríamos espiritualmente perdidos; porque faltarían los componentes esenciales de la fe: amor a Dios y al prójimo, temor de Dios, confianza y esperanza.

Al igual que la sal necesita renovarse para mantener su sabor, nuestra fe y relación con Dios deben ser renovadas constantemente. Como seguidores de Cristo, debemos mantener su promesa en nuestros corazones y recordar constantemente la venida del Señor

El temor de Dios implica ponerlo en primer lugar en nuestras vidas. Si permitimos que nuestra fe, como la sal, pierda su esencia, ¿cómo podremos sazonar nuestras vidas espirituales? ¿Cuánta sal nos falta para comprender verdaderamente al prójimo y llevar la palabra a aquellos cuya sal espiritual ha sido contaminada?, fueron algunas de las preguntas planteadas durante la prédica.

Somos llamados a ser sal y luz en el mundo, dijo el ministerio. Por tanto, nuestras obras deben reflejar nuestra fe, y a menudo podremos ser instrumentos de Dios sin siquiera saberlo. 

El Dirigente de Gibraltar, por su parte, comparó la sal en la salud con el sabor en la cocina. Así como un buen caldo da el sabor a una paella, nuestras experiencias y vivencias llenan nuestras vidas terrenales. Espiritualmente, nos nutrimos y llenamos de la palabra de Dios, especialmente cuando somos agradecidos, humildes y alabamos a Dios.

La vida que Dios nos ha dado es un regalo maravilloso, pero cuando tenemos la sal de Cristo en nuestras vidas, ese regalo se vuelve aún más grandioso, expresó. Cada palabra compartida, cada acto de amor y cada obra realizada nos convierte en luces en este mundo, recordando a todos que somos discípulos de Dios. Debemos esforzarnos por agregar la dosis justa de sal espiritual a nuestra existencia para que quienes nos rodean puedan notarla e inspirarse por ella, animó a los presentes.

El Pastor Dirigente de Málaga destacó la importancia de abrir los corazones a la palabra de Dios para obtener la sal espiritual necesaria. Al alimentarnos de la Palabra, nos preparamos para servir y reinar junto a Cristo, en el día tan esperado.

En tanto, el Pastor Dirigente de Fuengirola abordó la búsqueda de un propósito en la vida. A veces, la vida puede parecer confusa y podemos sentirnos perdidos. Sin embargo, el Espíritu Santo nos impulsa a darle sentido a nuestra existencia a través del Evangelio. Debemos aprender a amar incluso cuando no entendemos, a amar sin necesidad de aceptar todas las circunstancias, pues esto trasciende nuestra vida terrenal y nos lleva a la comunión eterna con Dios. Cuando logramos sentir el sabor de Cristo en nuestro cuerpo espiritual, encontramos la fortaleza necesaria para continuar en nuestra vida espiritual.

Nombramientos y confirmaciones ministeriales

La comunidad de Málaga fue bendecida con el nombramiento de cuatro maestras de enseñanza, y con la confirmación de un Pastor y un Diácono.

También fue confirmado un Pastor para la comunidad de Fuengirola.

El ministerio oficiante les hizo una pregunta profunda: «¿Cómo estaba vuestra sal como discípulos durante este tiempo de espera antes de ser confirmados en vuestro ministerio?». Recordemos que la fe auténtica se manifiesta en nuestras obras y nos guía hacia la comunión eterna con Dios. ¡Que la sal de Cristo siempre dé sabor a nuestras vidas y a las de quienes nos rodean!