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Catecismo en preguntas y respuestas

09. La vida después de la muerte

Sí, el hombre es al mismo tiempo un ser físico y un ser espiritual. Es una unidad de cuerpo, alma y espíritu.
El cuerpo del hombre es mortal, está sujeto a la transitoriedad. Ha sido tomado de la tierra y volverá a la tierra (cf. Génesis 3:19). En cambio, el alma y el espíritu siguen viviendo aun después de la muerte física, es decir que son inmortales. La personalidad del hombre –lo esencial que lo define, lo que experimenta, siente, cree y piensa– sigue existiendo después de la muerte del cuerpo.

“Porque Dios ha creado al hombre para vida eterna y lo ha hecho a la imagen de su propia semejanza”
La Sabiduría de Salomón 2:23

Se distingue entre la muerte física y la muerte espiritual del hombre. La muerte física significa el final de la vida sobre la tierra. Cuando se produce la muerte, el alma y el espíritu han dejado al cuerpo. La muerte espiritual es la separación del hombre de Dios. Es consecuencia del pecado.
Cuando la Biblia habla de la “segunda” muerte (cf. Apocalipsis 20:6; 21:8), hace referencia a la separación de Dios que se hará efectiva después del juicio final.

Juicio final: ver preguntas 579. s.

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 6:23

La Biblia también refiere a la “muerte” como un poder opuesto a Dios, que amenaza y quiere destruir tanto la vida física como la espiritual. Así, en el Apocalipsis de Juan se describe simbólicamente a la muerte como persona: “Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía” (Apocalipsis 6:8).

El trino Dios es Señor sobre la vida y la muerte. Por su resurrección, Jesucristo venció a la muerte y con ello posibilitó a la humanidad acceder a la vida eterna: “… Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1:10).

La resurrección de Jesucristo es el fundamento para la resurrección de los muertos. Como Él resucitó, los muertos también resucitarán, “unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12:2).

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”
1 Corintios 15:51-52

La continuidad de la vida después de la muerte física ya se menciona en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento hay numerosos testimonios al respecto. Por ejemplo dice en 1 Pedro 3:19-20: “en el cual [Jesucristo] también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua”.

El espíritu y el alma del hombre que muere, van al reino de los muertos, al que también llamamos el “más allá”.

El concepto “más allá” se refiere en general a todos los ámbitos, procesos y condiciones que se hallan fuera del mundo material. En sentido más restringido, hace referencia al reino de los muertos (en hebreo: “Seol”, en griego: “Hades”).

No, las ideas sobre repetidas vidas sobre la tierra (reencarnación), ya sea como ser humano, animal o planta, se contradicen con lo que dice la Biblia, y por lo tanto con el contenido del Evangelio. Está “establecido para los hombres que mueran una sola vez” (Hebreos 9:27).

El concepto “reencarnación” hace alusión a ideas que no se condicen con la doctrina cristiana acerca de repetidas vidas del hombre sobre la tierra adoptando diferentes figuras.

Recordando a los difuntos y orando por ellos nos vinculamos con ellos.
Establecer contacto con los difuntos mediante necromancia o consultando a los muertos está prohibido por Dios, y por lo tanto, constituye pecado: “No sea hallado en ti … ni quien practique adivinación … ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas” (Deuteronomio 18:10-12).

La condición de las almas en el mundo del más allá es expresión de su cercanía o lejanía de Dios. Por su muerte física, el alma de los hombres no ha experimentado cambio alguno.
La fe o la incredulidad, el buscar la reconciliación o ser irreconciliable, el amor o el odio, no sólo modelan al hombre en este mundo, sino también para el de allende.
Esta condición es abordada en la parábola de Jesús sobre el hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lucas 16:19-31), cuando se menciona un lugar de seguridad y un dominio de tormento. El difunto puede tomar conciencia de su condición. Aquellos que padecen el tormento, esperan ayuda.

En 1 Tesalonicenses 4:16 se puede leer de “los muertos en Cristo”. Son los fallecidos que renacieron por agua y Espíritu y se dejaron preparar para el retorno de Cristo. También pertenecen a la comunidad del Señor y se hallan en una condición de justicia ante Dios, la cual se alcanza por gracia y por fe.

Renacimiento de agua y Espíritu: ver preguntas 528. s.

“Las almas justas están en la mano de Dios y ningún tormento las alcanzará. Los incomprendidos les consideran como moribundos y toman su despedida como una desgracia, y su partida como una pérdida; pero ellos están en paz”
La Sabiduría de Salomón 3:1-3

Sí, a partir del sacrificio de Cristo la condición de las almas en el más allá puede cambiar para bien.
Después de su muerte, Jesucristo fue al reino de los muertos a predicar. La prédica del Evangelio comprende la posibilidad de cambio para aquel que la acepta con fe.

Por ende, el hombre también puede alcanzar la salvación después de su muerte física.

Salvación: ver preguntas 243. ss. y 546.

En el más allá, las almas que nunca han escuchado sobre el Evangelio, que nunca han experimentado el perdón de los pecados y que no han recibido Sacramento alguno, se encuentran en una condición de lejanía de Dios, la cual sólo puede ser superada creyendo en Jesucristo y en su sacrificio, y recibiendo los Sacramentos.

En 2 Macabeos 12 se relata sobre quienes habían adorado a los ídolos y luego murieron en batalla. Se imploró para que fueran ayudados en el estado pecaminoso en el que se encontraba su alma y se reunió dinero para comprar animales a efectos de realizar una ofrenda de propiciación.
El punto de partida bíblico sobre la administración de los Sacramentos para los difuntos es 1 Corintios 15:29. En Corinto se bautizaba a los vivos para los muertos. Esta práctica fue tomada nuevamente por los Apóstoles del nuevo tiempo. Así se desarrollaron los hoy habituales Servicios Divinos en ayuda para los difuntos.

Sí, podemos interceder en oración por las almas no redimidas y rogar al Señor que brinde su ayuda. También podemos orar para que las almas tengan fe en Jesucristo y estén abiertas y dispuestas a aceptar la salvación que Dios les quiere regalar.
Ya que los muertos y los que viven en Cristo conforman una comunidad, obran en el sentir de Cristo tanto en el más allá como en el mundo de aquende, intercediendo por los no redimidos. La redención acontece únicamente a través de Jesucristo.

Redención: ver preguntas 215. ss. Salvación: ver preguntas 243. y 248. ss.

El concepto “mundo de aquende” se refiere en general a todos los ámbitos, procesos y condiciones que se hallan dentro del mundo material.

Jesucristo es Señor sobre muertos y vivos. Está en la voluntad de Dios que todos los hombres sean salvos (cf. 1 Timoteo 2:4-6). La salvación es ofrecida por la prédica, los Sacramentos y el perdón de los pecados. La fe en Jesucristo es imprescindible para alcanzarla. Esto es válido en la misma medida para los muertos y para los que viven.
1 Pedro 4:6 dice que el Evangelio también tiene que ser predicado a los difuntos: “Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios”.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3.:16.

La dispensación del Santo Bautismo con Agua, el Santo Sellamiento y la Santa Cena para los difuntos tiene lugar al efectuar el Apóstol en cada oportunidad un acto visible entre los que viven. El efecto salvífico no redunda entonces en beneficio de los vivos sino en el de los muertos.
Así como Jesucristo ofreció sobre la tierra su sacrificio, la transmisión de salvación también se realiza sobre la tierra a través de los Apóstoles.

Santo Bautismo con Agua: ver preguntas 481. ss. Santa Cena: ver preguntas 494. ss. Santo Sellamiento: ver preguntas 515. ss.