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Catecismo en preguntas y respuestas

07. El ministerio

En general, se entiende por “ministerio” una función o un puesto oficial con el que van ligadas tareas concretas y una responsabilidad. En un sentido más amplio, quienes desempeñan un “ministerio” tienen la autoridad para dirigir una sociedad o compañía y tomar las decisiones correspondientes.

Un ministerio espiritual es el poder, la bendición y la santificación recibidos por la ordenación (institución ministerial) para servir en la Iglesia de Cristo. El ministerio espiritual se ejerce bajo la potencia del Espíritu Santo.

Poder: ver explicación de la pregunta 415. Bendición y santificación ver preguntas 416. y 417. Ordenación: ver preguntas 462. ss.

El ministerio espiritual tiene su origen en que Dios, el Padre, envió a Jesucristo. Jesucristo, por lo tanto, es el Enviado de Dios. Como tal está autorizado, bendecido y santificado para la redención de la humanidad. Los Apóstoles son enviados de Jesucristo.
El ministerio espiritual siempre tiene relación con Jesucristo y los Apóstoles enviados por Él. El ministerio y el apostolado, por lo tanto, están relacionados: allí donde está activo el ministerio de Apóstol, existe el ministerio espiritual.

El término “apostolado” se utiliza ante todo para mencionar a los portadores del ministerio de Apóstol en su totalidad (“apostolado” = los Apóstoles de Jesús). Los portadores de ministerios sacerdotales y los Diáconos actúan por encargo del “apostolado” y cumplen funciones en lo referente a la asistencia espiritual, el anuncio de la palabra y la administración de los Sacramentos.

Ya en el Antiguo Testamento, en virtud del obrar de reyes, sacerdotes y profetas, se pueden ver alusiones al ministerio espiritual: el rey gobierna, el sacerdote transmite la bendición de Dios y el profeta anuncia la voluntad de Dios. Estos ministerios constituyen alusiones al ministerio espiritual.
En Jesucristo se vuelve a encontrar todo aquello en lo cual se fundaba el ministerio en el Antiguo Testamento: Él es al mismo tiempo Rey, Sacerdote y Profeta.

Un ministerio espiritual es transmitido por el Apóstol por encargo de Jesucristo. El que recibe el ministerio se hace partícipe del poder del Apóstol. Debe hacer uso de ese poder por encargo del Apóstol. Por lo tanto, el receptor del ministerio obra en el nombre del Apóstol y lo representa con el alcance establecido para el respectivo ministerio. Finalmente el Apóstol envía al portador de ministerio. El enviado se responsabiliza y compromete frente a su enviador.

Ejemplos de actuar con poder: Cuando el Apóstol anuncia el perdón de los pecados, actúa basado en el poder que le transmitió Jesucristo (ver la pregunta 424). Por eso el Apóstol anuncia el perdón de los pecados con las palabras: “Os anuncio el alegre mensaje: En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, os son perdonados los pecados”.
Cuando el portador de ministerio sacerdotal anuncia el perdón de los pecados, actúa en representación del Apóstol. Por eso el portador de ministerio sacerdotal anuncia el perdón de los pecados con las palabras: “Por encargo de mi enviador, el Apóstol, os anuncio el alegre mensaje: En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, os son perdonados los pecados”.

Por la ordenación se despiertan, afirman, multiplican y consagran al servicio del Señor los dones preexistentes del receptor del ministerio. Además, a través de la bendición se transmiten fuerzas adicionales.

Con la ordenación, el portador de ministerio se hace partícipe de la santidad de Dios. El ministerio es santo, el portador del mismo sigue siendo una persona pecadora. El portador de ministerio puede realizar actos santos en la potencia del Espíritu Santo y servir a Dios y a la comunidad.

Todo bautizado es convocado a servir al Señor por medio del amor activo hacia el prójimo y confesando la fe (cf. Juan 12:26).
Cuando en la Iglesia de Jesucristo se asignan a algunos creyentes determinados encargos y ámbitos de actividad para el bien de los creyentes y para anunciar el Evangelio, lo entendemos como “servicios”. Tales servicios se realizan en todo lugar donde los bautizados confiesen en palabras y obras su fe en Jesucristo como su Señor.

Los servicios se diferencian del ministerio espiritual en que pueden llevarse a cabo sin que exista una ordenación.

Sí, en la Iglesia Nueva Apostólica se llevan a cabo servicios sin que la persona involucrada haya sido ordenada. Forman parte de ellos los encargos encomendados en la Iglesia, por ejemplo, para la enseñanza de religión a niños y jóvenes, y para participar de la estructuración musical de los Servicios Divinos.

Jesucristo le concedió directamente a su Iglesia un solo ministerio, que es el ministerio de Apóstol. Él equipó a los Apóstoles con poder, bendición, santificación y con Espíritu Santo: “Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (Juan 20:21-23). Confió a los Apóstoles la administración de los Sacramentos. De esa manera, su sacrificio se volvió accesible para el hombre (cf. Mateo 28:19-20).

El poder del Apóstol para la “administración de los Sacramentos” significa que los Apóstoles han sido encomendados por Jesucristo para dispensar los Sacramentos. Aunque no todos los Sacramentos son dispensados por los propios Apóstoles, los Sacramentos siempre están relacionados con el ministerio de Apóstol (ver también pregunta 424).

La actividad del ministerio de Apóstol en la Iglesia comenzó en Pentecostés, pero el ministerio en sí ya le había sido dado antes a los Apóstoles por Jesucristo.

“Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios”
Marcos 3:14-15

“Apóstol” significa “enviado” y proviene del término griego “apóstolos”. Los Apóstoles son enviados de Jesús. Jesucristo relacionó directamente su envío con el envío de los Apóstoles: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21).

Los Apóstoles son enviados por Jesucristo para transmitir al hombre el sacrificio que Él ofreció y la salvación proveniente del mismo.
Después de su resurrección, Jesús dio a los Apóstoles el poder para anunciar el perdón de los pecados. Por su encargo deben dispensar los Sacramentos, predicar el Evangelio y preparar a los creyentes para su retorno.

Los Apóstoles son los enviados de Jesucristo. Actúan en su nombre. Él les dio el poder para cumplir las funciones que surgen de sus propios ministerios –Rey, Sacerdote y Profeta–: deben ejercer el reinado de Cristo, dispensar la bendición divina, anunciar el Evangelio de Cristo.
La autoridad que tiene el ministerio de Apóstol viene exclusivamente de Jesucristo. El ministerio de Apóstol se encuentra en una relación absoluta de dependencia con Él.

El ministerio de Apóstol es llamado “ministerio del nuevo pacto”, “ministerio del Espíritu”, “ministerio de la justificación”, “ministerio de la reconciliación”, “ministerio de la palabra”.

Con esta designación, tomada de 2 Corintios 3:6, se lo distingue del antiguo pacto en el cual estaba vigente la ley mosaica que se limitaba al pueblo de Israel. En el nuevo pacto, es decisivo el mensaje de la gracia de Dios, el Evangelio, que proclaman los portadores del ministerio de Apóstol. El ministerio del nuevo pacto está activo en todas las naciones.

El “ministerio del Espíritu” es el ministerio que da el Espíritu (cf. 2 Corintios 3:8). Por medio de la dispensación del don del Espíritu Santo se les concede a los bautizados con agua la filiación divina y la condición previa para la primogenitura.

Se denomina “primogenitura” a las “primicias” en su totalidad. La imagen de las “primicias” fue tomada de Apocalipsis 14:4. Se llama así a aquellos que serán llevados por Jesucristo en su retorno. Son los mismos que la “comunidad nupcial”, ver preguntas 562 ss.

El ministerio de Apóstol hace referencia al hecho de que el hombre es pecador y necesita la gracia de Dios. La fe en Jesucristo y la aceptación de su sacrificio conducen a la justificación válida ante Dios. Entonces el ministerio de Apóstol es el “ministerio de justificación” (2 Corintios 3:9).

El ministerio de Apóstol, el “ministerio de la reconciliación” (2 Corintios 5:18-19), exhorta al arrepentimiento y hace posible a los creyentes participar del sacrificio de Cristo en el perdón de los pecados y en el festejo de la Santa Cena. La “reconciliación” tiene como objetivo final la restauración de la relación perfecta entre el hombre y Dios, así como entre los seres humanos.

En Juan 1:1-14 el Hijo de Dios es descripto como el “Verbo” (Logos). Por este “Verbo” fue creado todo.
El ministerio de Apóstol es partícipe del “Verbo”, pues el Señor (Logos) también le dio el encargo de enseñar. En este sentido debe entenderse Hechos 6:4: “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra”.

Logos: ver pregunta 101.

Los Apóstoles también son llamados:

  • “Embajadores en nombre de Cristo”: El enunciado “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo […]” (2 Corintios 5:20) expresa que Jesucristo está activo en su Iglesia a través de los Apóstoles.
  • “Administradores de los misterios de Dios”: Un “administrador” (1 Corintios 4:1) es responsable de la “casa”, o bien de la comunidad. En ella, los Apóstoles aseguran que el anuncio de la palabra responda al Evangelio y que los Sacramentos sean dispensados en el sentir de Jesucristo. Los Apóstoles ordenan a los portadores de ministerio y se ocupan del orden en la comunidad.

Otra característica importante del ministerio de Apóstol es preparar a los creyentes para el retorno de Cristo (cf. 2 Corintios 11:2).

Jesucristo mismo envió a los Apóstoles. Eligió a doce varones del círculo de sus discípulos y los instituyó como Apóstoles (cf. Marcos 3:13-19). A ellos estaban dirigidas las palabras de Jesús:

  • “El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió” (Mateo 10:40).
  • “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20).

Los primeros Apóstoles se llamaban: Simón llamado Pedro, Andrés, Jacobo, Juan, Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, Jacobo, Tadeo, Simón el cananista y Judas Iscariote (cf. Mateo 10:2-4). Estos Apóstoles son llamados “los doce”, aun después de la traición de Judas Iscariote.

Sí, adicionalmente a los doce el Nuevo Testamento menciona a: Matías (cf. Hechos 1:15-26), Bernabé (cf. Hechos 13:1-4; 14:4 y 14), Pablo (cf. 1 Corintios 9:1-16; 2 Corintios 11) y Jacobo, el hermano del Señor (cf. Gálatas 1:19; 2:9). Silvano y Timoteo también son nombrados como Apóstoles (cf. 1 Tesalonicenses 1:1; 2:7), además de Andrónico y Junias (cf. Romanos 16:7).

Llama la atención que únicamente en el caso de Matías, la condición previa a su llamamiento como Apóstol fue haber sido testigo ocular del obrar de Jesús (Hechos 1:21-22).

Sí, en presencia de los demás Apóstoles, Jesucristo le transmitió a Simón Pedro una autoridad especial: Simón fue llamado “roca” (Pedro) y le fue conferido el “poder de llaves”. El Señor también le confió sus “corderos y ovejas”, es decir la comunidad, para que los cuidase (cf. Juan 21:15-17). A él el Señor dirigió las palabras: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Lucas 22:31-32).

Poder de llaves, ministerio de la roca: ver explicación y preguntas 457. y 458.

“Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”
Mateo 16:18

La posición de primacía del Apóstol Pedro se evidenció después de la ascensión del Señor en que

  • inducido por él, Judas Iscariote fue reemplazado en el círculo de los Apóstoles (cf. Hechos 1:15-26),
  • fue él quien predicó en Pentecostés (cf. Hechos 2:14),
  • a él el Señor le mostró que la salvación en Cristo también está destinada a los gentiles (cf. Hechos 10).

Lucas en los Hechos de los Apóstoles informa con mayores detalles sobre el obrar de los Apóstoles. Así en Hechos 11:1-18 y 15:1-29 se puede leer sobre dos asambleas conducidas por Apóstoles, en las cuales, entre otras cosas, fue establecido que también los gentiles creyentes podían pertenecer a la comunidad de Cristo. Esto deja en claro que los Apóstoles tomaban juntos decisiones con efectos determinantes para la comunidad cristiana.

Hechos 8:15-18 da cuenta de que la dispensación del don del Espíritu Santo estaba ligada al ministerio de Apóstol: Felipe predicaba en Samaria y bautizaba a los creyentes con agua. Esto llegó a oídos de los Apóstoles y entonces enviaron a Pedro y a Juan para que fuesen allí. Estos “oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo”.
Esto es destacado en Hechos 19:6: “Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo”.

Una función importante de los Apóstoles era anunciar que Jesucristo había obrado entre ellos, había muerto y resucitado de los muertos (cf. Hechos 13:26-41; 17:1-4). Ellos lucharon contra falsas doctrinas, ante todo aquellas que lo cuestionaban (cf. 1 Corintios 15:3-8; 1 Juan 4:1-6).

Los Apóstoles esperaban el retorno de Cristo en su tiempo de vida y preparaban a los creyentes para ese acontecimiento (cf. 1 Tesalonicenses 4:14-18). Aquí se ve que la razón de ser del ministerio de Apóstol es anunciar el retorno de Cristo y preparar a las comunidades para participar dignamente del mismo.

A partir de Pentecostés, los Apóstoles comenzaron a cumplir su encargo de predicar el Evangelio. Pronto se supo que necesitaban de quienes les ayudaran. Entonces fueron elegidos siete varones, los cuales fueron bendecidos para su servicio mediante la oración de los Apóstoles y su imposición de manos. Estos siete varones fueron los primeros Diáconos.

“A los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos” Hechos 6:6

Esta forma de proceder tuvo como consecuencia que la imposición de manos y la oración de un Apóstol es necesaria para una ordenación.

Sí. Los Apóstoles y otros creyentes fundaron nuevas comunidades, que necesitaban atención espiritual. A tal efecto los Apóstoles colocaron dirigentes de comunidad. Estos fueron denominados “obispos” o “ancianos”. Además había activos en las primeras comunidades cristianas profetas, evangelistas, pastores y maestros (cf. Efesios 4:11).

Después de la muerte de los primeros Apóstoles, surgieron servicios con diferentes funciones y denominaciones, por medio de los cuales eran atendidos espiritualmente los miembros de las comunidades.

Servicios: ver preguntas 418. ss.

Sí que existía, aunque los Apóstoles habían muerto, el ministerio de Apóstol siguió existiendo. Fue instituido por Jesucristo para su Iglesia. Incluso en el tiempo en el que no había sobre la tierra portadores de ese ministerio, el ministerio que Él había instituido estaba presente.
Los Apóstoles debían ser testigos de Cristo hasta el fin del mundo (cf. Mateo 28:19-20). A efectos de cumplir este amplio encargo en vista de su retorno, Jesucristo envía Apóstoles también hoy.

“Fin del mundo”: En el texto original griego cita en Mateo 28:20 el término “Äon”, que hace referencia a una era, a un tiempo prolongado o también al “fin del tiempo del mundo”. Hechos 1:8 habla de “lo último de la tierra”, que es una referencia geográfica.

Según datos extrabíblicos, Juan fue el último de los Apóstoles del primer tiempo del cristianismo que halló la muerte hacia fines del siglo I. Hasta volver a estar cubierto el ministerio de Apóstol en el siglo XIX, quedó interrumpida la actividad de los Apóstoles.

El ministerio de Apóstol nuevamente cubierto: ver preguntas 400. y 603.

La interrupción de la actividad de los Apóstoles queda en la voluntad de Dios; para el hombre esto sigue siendo un misterio.
No obstante, el Espíritu Santo también estuvo activo en el tiempo en el que no hubo portadores del ministerio de Apóstol, ocupándose de preservar y propagar el Evangelio.

Conforme a la voluntad divina, el ministerio de Apóstol fue nuevamente cubierto por personas portadoras de ese ministerio, cuando había llegado el tiempo de reunir y preparar definitivamente a la comunidad nupcial para el retorno de Cristo: a partir del año 1832 hubo de nuevo portadores del ministerio de Apóstol.
Por lo tanto, los Apóstoles estuvieron activos en los inicios de la Iglesia de Cristo y lo están en el tiempo previo a la venida de Cristo para peparar a la comunidad nupcial.

Comunidad nupcial: ver preguntas 562. ss.

Por ministerio de Apóstol “nuevamente cubierto” se entiende que otra vez hay portadores del ministerio de Apóstol que fueron llamados para ese ministerio y lo desempeñan en el sentir y Espíritu de Jesucristo.

No, debido a que tiene el mismo poder espiritual no hay diferencias en cuanto a su encargo y sus efectos, puesto que el ministerio de Apóstol ha sido instituido una vez por Jesucristo para su Iglesia.

Obra Redentora de Dios / Obra Redentora del Señor: ver explicación de la pregunta 386.

En la Iglesia Nueva Apostólica hay tres niveles ministeriales, cada uno con diferente poder espiritual: Apóstoles, ministerios sacerdotales y Diáconos.

  • Del nivel ministerial de los Apóstoles forman parte: Apóstol Mayor, Apóstol de Distrito y Apóstol
  • Del nivel ministerial de los ministerios sacerdotales forman parte: Obispo, Anciano de Distrito, Evangelista de Distrito, Primer Pastor [1], Evangelista de Comunidad y Pastor [2]
  • Del nivel ministerial de los Diáconos forman parte: Diácono y Subdiácono

[1] En algunos países denominado “Pastor”.
[2] En algunos países denominado “Presbítero”.

Poder: ver preguntas 412.; 415. y explicación de la pregunta 415.

Jesucristo concedió a los Apóstoles el encargo de “atar y desatar” (Mateo 18:18), o sea declarar algo permitido o prohibido. A través de esta función es establecida la doctrina y se mantiene el orden en las comunidades.
De acuerdo con el ejemplo de Jesús, los Apóstoles son servidores de todos (cf. Juan 13:15). Ellos no se enseñorean de la fe de la comunidad, sino que colaboran para su gozo (cf. 2 Corintios 1:24) y deben ser un ejemplo para la comunidad, antecediéndola en el seguimiento a Cristo (cf. 1 Corintios 11:1).

La autoridad del ministerio de Apóstol resulta del llamamiento de los Apóstoles por Jesucristo y de los poderes que el Señor colocó en este ministerio. La importancia del ministerio se hace evidente en la oración sacerdotal de Jesús: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad” (Juan 17:18-19).

La actividad de los Apóstoles está dirigida a edificar la Obra Redentora del Señor y llevarla a la consumación. Esto incluye que los Sacramentos sean dispensados conforme a la voluntad de Jesucristo. Los Apóstoles cuidan de que el Evangelio sea predicado genuinamente y que en la comunidad reine un orden que agrade a Dios.
Además, los Apóstoles, mediante la prédica del Evangelio, el anuncio del perdón de los pecados, el Bautismo con Agua y Espíritu Santo, así como la Santa Cena, deben preparar a la comunidad nupcial para el retorno de Cristo.

Obra Redentora del Señor: ver explicación de la pregunta 386.

Sí, el ministerio de Apóstol fue dado para la totalidad de la Iglesia de Cristo. Tiene la función de ofrecer al hombre la salvación en Jesucristo. El Apóstol Pablo describió su encargo como Apóstol de la siguiente manera: “Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra” (Hechos 13:47).
La salvación únicamente es posible a través del Hijo de Dios. La transmisión de salvación tiene lugar a través de los Apóstoles en palabra y Sacramentos hasta el retorno de Cristo.

El fundamento del ministerio de Apóstol Mayor es el encargo que confirió Jesús al instituir el servicio de Pedro. Jesús dijo a Simón Pedro: “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” (Mateo 16:18-19).

El “servicio de Pedro” es el servicio fundamental encomendado por Jesucristo al Apóstol Pedro. Forma parte del servicio de Pedro la asistencia a quienes pertenecen a la Iglesia de Cristo, así como Jesús resucitado se lo ordenó a Pedro: “¡Apacienta mis corderos! ¡Apacienta mis ovejas!”. Asimismo forma parte del servicio de Pedro el “poder de llaves”; ver al respecto la pregunta 459.

Jesús calificó al Apóstol Simón como la “roca” sobre la cual edificaría su Iglesia. De esa manera, el Hijo de Dios estableció una relación indisoluble entre el ministerio de Pedro –el “ministerio de la roca”– y la Iglesia de Cristo. Hoy el “ministerio de la roca” es ejercido por el Apóstol Mayor.

“Pedro” es la forma latina de la palabra griega “petros” = “roca”. La roca es la imagen de firmeza, inamovilidad y estabilidad, utilizada por el Señor Jesús en el Sermón del Monte (cf. Mateo 7:24-25).

El Apóstol Mayor mantiene la unidad entre los Apóstoles. Confirma a los Apóstoles (cf. Lucas 22:32) y “apacienta” el rebaño de Cristo (cf. Juan 21:15-17). Vela para que el Evangelio sea transmitido genuinamente. Infiere a partir del Espíritu Santo reconocimientos y contextos en la doctrina de la Iglesia y es responsable de su difusión uniforme. Además establece el ordenamiento de la Iglesia.
Todas estas tareas conforman el “poder de llaves” del ministerio de Apóstol Mayor.
El Apóstol Mayor ordena a los Apóstoles. Junto con ellos, él conduce la Iglesia.

“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros”
Juan 17:20-21
“Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”
Mateo 16:19

El Apóstol de Distrito tiene, además de las tareas que comprometen a cada Apóstol, la responsabilidad dentro de una determinada área de actividad (“área de Apóstol de Distrito”) de ocuparse de brindar asistencia espiritual uniforme, atender a las comunidades y equipar espiritualmente a los portadores de ministerio.

“Equipar espiritualmente” a un ministerio significa transmitir a alguien la capacidad ministerial y la bendición de Dios para poder desempeñar el poder implícito en el ministerio para el servicio diaconal o sacerdotal en el sentir de su Enviador. Además, el “equipar espiritualmente” incluye que los portadores de ministerio reciban enseñanza y sean fortalecidos para poder cumplir con sus tareas.

La elección para un ministerio espiritual no compete a la voluntad humana, sino que está basada en la voluntad divina. Es deber del Apóstol, reconocer la voluntad de Dios y obrar conforme a ella.

Entendemos por “ordenación” la institución en un ministerio espiritual. No es un Sacramento, sino un acto de bendición.

Sacramento: ver preguntas 472. ss. Acto de bendición: ver preguntas 660. ss.

La ordenación es llevada a cabo por el Apóstol en el nombre del trino Dios por imposición de manos y oración. El portador de ministerio sólo puede cumplir su funciones estando en estrecha vinculación con el ministerio de Apóstol.

En la ordenación es transmitida la bendición de Dios. El que es llamado para desempeñar un ministerio recibe la santificación para el mismo. Provenientes del ministerio de Apóstol son transmitidas la correspondiente facultad ministerial y la respectiva autoridad, sea para el servicio diaconal, sacerdotal o del apostolado. El portador de ministerio recibe el encargo de ejercer el ministerio dentro del marco establecido.

Santificación: ver pregunta 417.

Quien será ordenado promete ante el Apóstol fidelidad a Dios, seguimiento a Cristo y obediencia en la fe.

El portador de un ministerio espiritual debe adaptarse en su vida y su competencia espiritual a determinadas exigencias. Entre ellas están familiarizarse con la doctrina, firmeza en la fe, convicción del envío, capacidad de porte, discreción, sinceridad, disposición al sacrificio y humildad. El portador de ministerio se debe orientar en el ejemplo de Jesús.
El portador de ministerio debe poner en práctica la bendición y santificación que le fueron confiadas en la ordenación, a fin de que los dones recibidos puedan desenvolverse en bien de la comunidad.
Quien es llamado para un ministerio debe ser consciente de que es un servidor y una herramienta en las manos de Dios.

El encargo para ejercer un ministerio finaliza por lo general con el pase a descanso; el siervo conserva el ministerio. Cuando se renuncia al ministerio o se es relevado del mismo, el ministerio se pierde.

Cada portador de ministerio tiene el deber de anunciar el Evangelio de Cristo e interceder en favor de él. Atiende a los miembros de la comunidad que le han sido asignados para su asistencia espiritual y promueve su fe. Como asistente espiritual toma parte en sus deseos personales y les ayuda a sobrellevar las cargas de la vida cotidiana.

Asistencia espiritual: ver preguntas 688. ss.

Los portadores de ministerios sacerdotales han recibido el encargo y el poder para dispensar el Santo Bautismo con Agua, anunciar el perdón de los pecados, separar y suministrar la Santa Cena. Además forma parte de sus deberes, realizar Servicios Divinos, actos de bendición y actos de duelo, así como asistir espiritualmente a los miembros de la comunidad.

Bautismo con Agua: ver preguntas 404.; 481. ss. Perdón de los pecados: ver preguntas 507.; 629. y 644. ss. Santa Cena: ver preguntas 494. ss. Acto de bendición: ver preguntas 660. ss. Acto de duelo: ver preguntas 685. ss.

Los Diáconos ayudan de múltiples maneras en la comunidad. Además es su deber apoyar a los Pastores en su trabajo de asistencia espiritual. Los Diáconos pueden colaborar en el Servicio Divino anunciando la palabra.

Un encargo es la transmisión de una tarea bien definida. El encargo puede estar limitado en tiempo y lugar.
Entendemos por encargo vinculado con un ministerio espiritual a los encargos de dirigente de comunidad, dirigente de distrito, Ayudante Apóstol de Distrito o Ayudante Apóstol Mayor.
Un encargo no es lo mismo que una ordenación. El encargo no está sujeto al período de la actividad ministerial, sino que puede finalizar antes; a más tardar finaliza con el pase a descanso del siervo. Para dar cumplimiento a las múltiples tareas en las comunidades y distritos se otorgan encargos, independientemente de un ministerio, tanto a hermanas como a hermanos.