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Catecismo en preguntas y respuestas

10. La doctrina de las cosas futuras

La doctrina de los acontecimientos que acontecerán en el futuro (escatología) tiene su fundamento en la Sagrada Escritura. Muchas indicaciones sobre la futura historia de la salvación se pueden tomar de los Evangelios y de las epístolas de los Apóstoles.
Otros enunciados centrales se encuentran en el Apocalipsis de Juan, que habla de las cosas futuras en forma simbólica.

Escatología: ver explicación de la pregunta 40.

Jesucristo viene nuevamente: este es un enunciado central del Evangelio. Desde su ascensión, los Apóstoles predican el retorno del Señor. Ser aceptados por Él en ese acontecimiento es la meta de la fe de los cristianos nuevoapostólicos.

Jesucristo mismo prometió a sus Apóstoles: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3).
Esta promesa de Jesús fue confirmada por los ángeles mientras Él ascendía al cielo: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).

Cuál será el día y la hora en que retorne Jesucristo, esto no lo sabe ningún hombre ni ningún ángel, sólo el trino Dios los sabe.

Como ningún hombre conoce el momento del retorno de Cristo, el creyente es convocado a estar preparado cada día para este acontecimiento. El Hijo de Dios lo formula en la exhortación: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor” (Mateo 24:42). También mediante parábolas Jesús clarifica su advertencia de velar y esperarlo a toda hora con fe.

Parábolas sobre el retorno de Cristo: ver pregunta 157.

“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas … Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan… Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes… Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora”
Mateo 24:43-51; 25:1-30

La promesa del retorno de Cristo cumplió un papel importante en el anuncio de los primeros Apóstoles. Junto a la muerte en sacrificio y la resurrección de Jesús era uno de los contenidos más importantes de su fe. Estaban convencidos de que Jesús vendría otra vez en su tiempo: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados” (1 Corintios 15:51).
El Apóstol Pablo se dirigió a la iglesia de Corinto con el llamado a la oración usado en aquel tiempo: “¡Maran-ata!”, que significa: “El Señor viene” (cf. 1 Corintios 16:22).
El llamado a estar siempre preparados para el retorno de Cristo, también se pone de manifiesto en el Apocalipsis de Juan en las palabras del Señor: “Yo vengo pronto” (Apocalipsis 3:11; 22:7, 12 y 20).

Una de las convicciones fundamentales del Evangelio es que Jesucristo vendrá otra vez para buscar a su comunidad nupcial. Él mismo prometió su retorno (cf. Juan 14:3).

Comunidad nupcial: ver preguntas 562. ss.

El hecho de que haya nuevamente portadores del ministerio de Apóstol es una señal de que el retorno de Cristo está cerca. La espera de que esta promesa del Señor se cumpla, está también hoy en el centro de la fe nuevoapostólica, así como la esperanza de poder vivir personalmente el retorno de Cristo y el arrebatamiento para estar con Él.

Transformación y arrebatamiento: ver preguntas 559. ss.

Los Apóstoles preparan a los creyentes para el retorno de Cristo a través de la palabra y los Sacramentos. Estos orientan conscientemente su vida a esta meta.

En 1 Tesalonicenses 4:15-17 dice: “Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. En 1 Corintios 15:51-52 está escrito: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.
En Filipenses 3:20-21 se encuentra el siguiente enunciado: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.

Resumiendo estos enunciados del Apóstol Pablo resulta lo siguiente:
En el retorno del Señor, resucitarán en primer término los muertos que murieron en Cristo incorruptibles. Los vivientes que se dejaron preparar para su retorno, vivirán la transformación sin tener que pasar por la muerte del cuerpo.
Los muertos y los vivientes recibirán un cuerpo glorificado semejante al cuerpo de resurrección de Cristo. Luego todos juntos serán arrebatados hacia Jesucristo y llevados a la eterna comunión con el trino Dios.
Estos acontecimientos forman parte de la Primera Resurreción conforme a Apocalipsis 20:5-6.

Resurrección: ver preguntas 574. ss. Cuerpo de resurrección: ver pregunta 189.

“Incorruptible” significa imperecedero, que no se echa a perder. Contrariamente a nuestro cuerpo actual, el cuerpo de resurrección no estará sujeto a la descomposición.

La esperanza de los creyentes de no tener que padecer la muerte física, se basa en lo expresado por el Apóstol Pablo: “Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial […] Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu” (2 Corintios 5:2 y 4-5).
Con la “habitación celestial” el Apóstol se refiere al cuerpo glorificado que no sólo recibirán aquellos que resucitarán de la muerte, sino también aquellos que en el retorno de Cristo serán transformados. “Revestidos” significa recibir un nuevo cuerpo sin tener que morir antes. “Desnudado” es aquí una expresión que alude a morir.

El arrebatamiento en el retorno de Cristo le está prometido en primer término a aquellos a quienes les fue dispensado el renacimiento de agua y Espíritu, que creen en Jesucristo y lo siguen. También son llamados la “comunidad nupcial” o el “hijo varón” (Apocalipsis 12:5).
Si además de ellos, Dios dispensará la gracia del arrebatamiento a otras personas, queda sustraído del enjuiciamiento humano y está sujeto a la decisión de Dios.

Renacimiento de agua y Espíritu: ver pregunta 528.

“Arrebatamiento” significa que en el retorno de Cristo los seres humanos podrán llegar directamente a estar en comunión estrecha con Dios.

Jesucristo les dio a sus Apóstoles el encargo de preparar a la Iglesia de Cristo para ser unida con Él en su retorno. El Apóstol Pablo escribe al respecto: “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2 Corintios 11:2). La imagen de la “virgen pura” hace referencia a la “esposa” (Apocalipsis 19:7). Recién en el retorno de Cristo se manifestará quién formará parte la comunidad nupcial para ser unido con Jesucristo.

Sí, una señal que los identifica es que esperan cada día el retorno de Cristo y claman constantemente: “¡Señor, ven en breve!” (Apocalipsis 22:17 y 20).

Sí, en Apocalipsis 14:1-5 se mencionan otras señales que identifican a la comunidad nupcial. Allí se utiliza la imagen de los “ciento cuarenta y cuatro mil” haciendo referencia a la comunidad nupcial. La cantidad “144.000” no se debe entender literalmente, sino que tiene un carácter simbólico. Se deduce de la cantidad de las doce tribus de Israel y se la describe con las siguientes imágenes: “El Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente […]. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios”.

La identificación (“sello”) con el nombre del “Cordero” y del Padre significa que los ciento cuarenta y cuatro mil son propiedad de Dios.
Ser “sin mancha”, “en sus bocas no fue hallada mentira” y “seguir al Cordero” significa llevar en palabras y obras una vida acorde al Evangelio.
El concepto “primicia” alude a aquellos que Cristo lleve consigo en su retorno. Son los primeros que recibirán salvación amplia.
Con “Cordero” se hace referencia a Jesucristo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo“ (Juan 1:29).
Apocalipsis 5:12 expresa que el Cordero que fue inmolado, fue el que obtuvo la victoria. Esto significa que el Hijo de Dios humillado y crucificado al mismo tiempo triunfa y vence.

Salvación: ver preguntas 243. ss.

“El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza”
Apocalipsis 5:12

Las “bodas del Cordero”, es decir la unión de la comunidad nupcial con el Novio, Jesucristo, tendrán lugar cuando Él haya retornado y su comunidad nupcial haya sido transformada y arrebatada.

La comunidad nupcial podrá compartir la gloria de Cristo y estará en directa y perpetua comunión con Dios.

Comunidad nupcial: ver preguntas 562. ss.

“¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero”
Apocalipsis 19:6-9

Después del retorno de Cristo comenzará un tiempo en el que los hombres y la creación padecerán, ya que estarán expuestos al poder de Satanás. Este tiempo se denomina la “gran tribulación”.

Gran tribulación: ver preguntas 405. y 409.

Sí, en el tiempo de la “gran tribulación” habrá una protección espiritual para quienes pertenecen a la Iglesia de Jesu-cristo pero que no fueron arrebatados para estar con Jesucristo.
Este grupo es representado en el Apocalipsis con la imagen de la mujer vestida del sol que dio a luz a un hijo varón. Seguirán experimentando el acompañamiento divino y la atención espiritual para poder conservar su fe (cf. Apocalipsis 12:1-6).
En el tiempo de la “gran tribulación” habrá personas que serán matadas por confesar su fe en Cristo. Estos resueltos confesores se convertirán en mártires (testigos de sangre).

Los cristianos que en el tiempo de la “gran tribulación” se confiesen a Cristo y que por eso sean matados, tendrán parte de la Primera Resurrección, igual que previamente la comunidad nupcial.

Primera Resurrección: ver preguntas 574. ss.

Después de las “bodas del Cordero” volverá Jesucristo junto con la comunidad nupcial a la tierra y pondrá fin al tiempo de la “gran tribulación”.

Satanás y su séquito, los poderes enemigos de Dios, serán “prendidos” y “arrojados al abismo”, según Apocalipsis 20:1-3. Se les quitará todo poder. Entonces nadie más podrá ser seducido por Satanás.

Cuando Satanás esté atado y a los poderes enemigos de Dios se les haya quitado todo su poder, tendrá lugar la resurrección de los mártires de la “gran tribulación”. Entonces los mártires participarán de la Primera Resurrección.

En la Primera Resurrección resucitarán los “muertos en Cristo” para ser arrebatados junto con los vivientes que pertenecen a la comunidad nupcial. Después de las “bodas en el cielo” resucitarán los mártires de la “gran tribulación” y serán contados al sacerdocio real.
Estos dos acontecimientos son llamados la “Primera Resurrección”: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:6).

Arrebatamiento / transformación: ver preguntas 559. ss. “Gran tribulación”: ver preguntas 569. ss.

Después de finalizada la Primera Resurrección, Cristo establecerá su reino de paz sobre la tierra y reinará “mil años”. Estos “mil años” constituyen el símbolo de un tiempo largo, pero limitado.

Sí. Aunque Satanás habrá sido derrotado y ya no podrá seducir a nadie a cometer pecado, los hombres seguirán siendo pecadores y mortales, ya que la inclinación al pecado no habrá sido suprimida. Quedan exceptuados de ello quienes hayan participado de la Primera Resurrección.

Inclinación al pecado: ver pregunta 227. y explicación Primera Resurrección: ver pregunta 574.

En el período del reino de paz de Cristo, Él junto con el sacerdocio real difundirán el Evangelio sin obstáculos. El Evangelio será acercado a todos los hombres que vivan sobre la tierra como también a las almas que se encuentren en las esferas de los difuntos. Al final del reino de paz todos los hombres de todos los tiempos habrán entrado en contacto con el Evangelio de Cristo.

Sacerdocio real: ver preguntas 259.; 409. y 574.

Al finalizar el reino de paz Satanás será soltado y tendrá oportunidad de salir a engañar a los hombres por última vez. Luego de la victoria de Cristo será “lanzado en el lago de fuego y azufre” (cf. Apocalipsis 20:7-10). El mal entonces será ineficaz para siempre.

Cuando el mal haya pedido su poder para siempre, tendrá lugar la resurrección de los muertos para el juicio. Jesucristo juzgará a todos los hombres que alguna vez hayan vivido. Quedarán exceptuados del juicio final solamente aquellos que participaron de la Primera Resurrección.

El “juicio final” es el juicio concluyente a todos los seres humanos que no participaron de la Primera Resurrección. Este juicio está descripto en Apocalipsis 20:11–15.

“Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”
Apocalipsis 20:12

Aquellos que hallen gracia en el juicio final, serán moradores de la nueva creación de Dios junto con aquellos que participaron de la Primera Resurrección. Todos ellos podrán estar en eterna comunión con Dios. Los demás quedarán en la terrible condición de distanciamiento de Dios.

Después del juicio final, Dios establecerá una nueva creación en el lugar de la vieja: “Él [Dios] morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Apocalipsis 21:3). Entonces se hará realidad la espera mencionada en 2 Pedro 3:13: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”. Este reino de Dios será eterno; Dios será todo en todos (cf. 1 Corintios 15:28).